miércoles, 19 de abril de 2017

"ENTRE COMILLAS". El traje de Faralaes.

 
Bienvenidos, pasen, tomen asiento y disfruten del espectáculo... hoy: EL TRAJE DE FARALAES.


 Desde una calesa de la metrópoli hispánica, cuando menos está el horno para bollos, la política se instala en la sofisticada elipsis del insulto, del "yo diría", "usted podría" y "así resultaría". 

 Hasta mis sufridas orejas ha llegado volando el comentario que un moralista político ha lanzado por los aires en mitad de una reunión. Y encima lo ha hecho sin red, lo cual ya tiene mérito. Resulta que este caballero no es andaluz ni señorito ni folklórico, pero ha recomendado a la alcaldesa de su consistorio vestir varios trajes de flamenca bellamente decorados con los lunares típicos de la volantería sevillana.
Desde luego la cosa no tiene ni putísima gracia, y lo desorbitado de la guasa llega ya hasta los cuernos de la luna.

 Ya lo dijo Aristóteles refiriéndose al hombre y no al caballo de Espartero: -"El único animal que tiene logos, que tiene palabra"- Todo lo demás es puro relincho.
No estaría de más que alguno tomase buena nota de la educada oralidad que tanto caracterizó a este sabio filósofo, y fuera cosiendo al traje folklórico sevillano una greca de realidad social y buenos modales. Un pequeño pespunte de cortesía o compañerismo de vez en cuando dejan enguantada la tela al cuerpo, y le dan al traje de flamenca ese toque helenístico y elegante que tanto aplicaba Dionisio de Tracia a su textos. Da la sensación de que algunos llegan de misioneros de la democracia con el salmo puesto y la úlcera política envuelta en el rayo que no cesa.

 Sería recomendable aplacar los alacranes que se esconden por debajo de algunas lenguas, y comprobar de forma constante el pluviómetro de su veneno. Es necesario que el nivel de la chirigota no sobrepase el borde del insulto, sobre todo cuando se trata de personas que cobran como si todos los meses fuera su santo.

 Esperemos que el parte meteorológico de Roberto Brasero no pronostique un abril encabronado de lluvia. Sería una verdadera pena entrar en el Real de la feria con el traje de faralaes empapado. El peso del agua extirparía esa gracia pugnaz que sobrevuela cada uno de los volantes cuando se camina siguiendo el compás sinuoso de las caderas. Además se podrían fundir las 24.000 bombillas e inundarse las casetas de lodo. Y a ver qué hace entonces la señora alcaldesa con tantos trajes de faralaes que, ciertos políticos en minoría, le están recomendando vestir con un estribillo de farándula tan repetido como poco civilizado. Como dirían por el sur: ¡¡¡Qué aguzzzto me he quedado¡¡¡
 
 
 
 
Mariana Bastida
Para Por y Para Aranjuez Magazine.

martes, 14 de febrero de 2017

Un día como hoy en la historia

Un día como hoy en la historia


  • Hoy se cumple el 21 aniversario del asesinato de Tomás y Valiente, presidente del Tribunal Constitucional entre 1986 y 1992.




Crónica del asesinato de Francisco Tomás y Valiente


El 14 de febrero de 1996 el etarra Jon Bienzobas Arretxe, alias Karaka, salió de uno de los despachos de la Universidad Autónoma gritando "¡si me miráis, os mato!" a la decena de estudiantes que deambulaba por los pasillos. Sobre las diez y media de la mañana habían escuchado "tres detonaciones secas". Bienzobas acababa de asesinar a Francisco Tomás y Valiente en su despacho mientras hablaba por teléfono con el profesor Elías Díaz. Éste pudo escuchar en directo, desde el otro lado de la línea telefónica, los disparos que acabaron con la vida de Francisco. Esa advertencia a los estudiantes no le valdría de nada, pues hasta veinte testigos reconocieron al pistolero de ETA y cinco estudiantes testificarían en el juicio en 2007.

Jon Bienzobas Arretxe, de 25 años, se había introducido como un alumno más en el departamento universitario. Tras esperar unos minutos en el pasillo, irrumpió en el despacho del profesor, donde lo sorprendió sentado detrás de una mesa y hablando por teléfono. El etarra disparó tres veces a bocajarro contra el jurista y luego, pistola en mano, huyó hasta alcanzar un coche que le aguardaba en el exterior con otros dos etarras en su interior. Antes, encañonó a varios estudiantes y profesores, y corrió perseguido por algunos de ellos hasta que alcanzó el ascensor. El vehículo utilizado en la huida, un Ford Orion rojo, estallaría hora y media después en el norte de Madrid, sin causar víctimas mortales.

El modo de operar de los terroristas demostró que conocían a la perfección los pasos de Tomás y Valiente. En esos momentos carecía de escolta, que había tenido hasta el verano de 1995, pero se la habían retirado al reintegrarse en la Universidad tras su paso por el Tribunal Constitucional.

Dos estudiantes de Derecho declararon que el día anterior por la tarde habían visto en la facultad al hombre identificado como autor del atentado. Se hallaba de pie en el pasillo junto al despacho de Francisco Tomás y Valiente, tomando notas en un bloc. El asesino pasó desapercibido entre los alumnos que esperaban en el pasillo para un examen oral.

La semana anterior al asesinato, Tomás y Valiente no había acudido a su clase de Historia del Derecho por una afección pulmonar. Esa mañana tenía previsto examinar a las 11:00 horas a sus alumnos de primero de carrera y aprovechó los minutos que le restaban para preparar las preguntas. En torno a las 10:45 horas recibió la llamada de su amigo Elías Díaz, catedrático de Filosofía del Derecho, que recordaría así la breve conversación telefónica que mantuvo con el expresidente del Tribunal Constitucional:

- ¿Qué tal tus bronquios? -le preguntó Elías Díaz.
- Bien, bien. Oye, tenemos que hablar -respondió Tomás y Valiente.
- ¿Qué te parece a eso de las doce?
- No, a esa hora tengo exámenes, me viene mejor antes de las once.
- Bueno, pues nos vemos ahora.
- De acuerdo, ¿vienes a mi despacho o voy yo al tuyo...?


En este punto la conversación quedó interrumpida. Elías Díaz recuerda que tras un corto silencio -presumiblemente causado por la irrupción del asesino en el despacho- oyó un ruido "como de petardo". Pensó que se trataba de un desvanecimiento de su amigo. "¡Paco! ¡Paco! ¡Qué pasa!", gritó por el auricular. A continuación oyó otros dos disparos. Por el pasillo del departamento, un profesor gritó: "¡Han matado a Tomás!".

Tomás y Valiente vio claramente a su asesino. Su despacho, de apenas diez metros cuadrados y con sólo una puerta, no ofrecía posibilidades de huida. El catedrático, atrapado detrás de la mesa y con el auricular en la mano, se vio sorprendido por el etarra, de quien recibió tres tiros a bocajarro, al menos uno de ellos en la cara.

El cuerpo de Tomás y Valiente fue recogido inmediatamente por sus compañeros y alumnos quienes, en un desesperado intento por salvarle la vida, lo sacaron al pasillo y lo metieron en un ascensor. Al llegar abajo, al aparcamiento, se dieron cuenta de que estaba muerto. El reguero de sangre permaneció durante toda la mañana en los pasillos de la cuarta planta.

En el que fue su último artículo escrito ("Razones y tentaciones del Estado"), publicado al día siguiente de su asesinato en El País, Tomás y Valiente hablaba de ETA con ocasión del asesinato de Fernando Múgica, y terminaba así:

Cada vez que matan a un hombre en la calle (y esto no es una metáfora, como diría el cartero de Neruda), nos matan un poco a cada uno de nosotros.

El asesinato de Tomás y Valiente conmovió a la sociedad española. Al día siguiente tanto estudiantes como personalidades del mundo político se manifestaron en contra de la banda en distintas ciudades de España. Las manos blancas se convirtieron, desde entonces, en un símbolo del rechazo a la violencia etarra.

El etarra Jon Bienzobas Arretxe fue detenido por la Policía francesa en Pau en septiembre de 1999, tras asaltar un polvorín en la localidad de Plevin, y entregado temporalmente a España para ser juzgado en noviembre de 2006 por cinco causas, entre ellas el asesinato de Francisco Tomás y Valiente. En mayo de 2007 la Audiencia Nacional lo condenó a 30 años por este asesinato. Además, y sentando un precedente muy importante, se fijó una indemnización de 400.000 euros para uno de sus hijos, Miguel Tomás y Valiente, por la "lesión degenerativa e invalidante" consecuencia del trauma psíquico sufrido a raíz del asesinato de su padre. La sentencia establecía una relación directa entre el asesinato de Francisco y la enfermedad del hijo. Durante el alegato final, el fiscal Javier Zaragoza espetó al asesino que "gracias al esfuerzo de su víctima por defender las libertades, los derechos y las garantías, un abyecto y vil asesino como Bienzobas ha tenido un proceso justo".

En el décimo aniversario de su asesinato, el 14 de febrero de 2006, su hijo Quico Tomás y Valiente Lanuza, dijo delante del presidente Zapatero: "Mi padre nunca hubiera aceptado en silencio cualquier pacto con quien no ha sido capaz de condenar la violencia".

Francisco Tomás y Valiente jurista, historiador y escritor, nació en Valencia en 1932, por lo que tenía 64 años cuando fue asesinado. Estaba casado y tenía cuatro hijos. Era catedrático de Historia del Derecho y miembro del Consejo de Estado y de la Real Academia de la Historia. Licenciado por la Universidad de Valencia en 1955, donde comenzó su carrera como docente e investigador. En 1964 se trasladó a la Universidad de Salamanca, donde ocho años después pasó a integrar el Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano, y en 1980 se incorporó a la Universidad Autónoma de Madrid. En el 80 también fue designado magistrado del Tribunal Constitucional por las Cortes Generales a propuesta del PSOE, puesto que renovó en el año 1983. Dos años después fue nombrado Académico de Número de la Real Academia de la Historia. Su carrera culminó en 1986 cuando fue elegido presidente del Tribunal Constitucional y en 1989 volvió a ser escogido para este cargo. Tras la terminación de su mandato en 1992 retornó a la Universidad madrileña como Catedrático de Historia del Derecho. En 1995, poco antes de ser asesinado, fue nombrado miembro permanente del Consejo de Estado, el mismo año en que fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca.


lunes, 13 de febrero de 2017

Un día como hoy 13 de Febrero

Un día como hoy 13 de Febrero




Se firma el Convenio de Aranjuez 1801 fue un acuerdo entre Francia y España firmado en Aranjuez el 13 de febrero de 1801 por Luciano Bonaparte y Manuel Godoy. El acuerdo establecía las condiciones en las que se unirían los ejércitos y flotas de España, Francia y Batavia para combatir a las fuerzas de Gran Bretaña. Fue seguido por la firma un mes después del acuerdo definitivo llamado Tratado de Aranjuez.

Los términos del convenio incluían:

  • 5 navíos españoles fondeados en Brest se unirían a otros 5 franceses y 5 de la República Bátava, al mando de un general español, rumbo a Brasil o India.
  • 10 navíos españoles de Brest, con 10 franceses y 10 bátavos, al mando de un general francés, marcharían hacia Irlanda o el norte de Inglaterra.
  • 5 navíos del Ferrol con 2.000 soldados se unirían a otras dos flotas francesa y bátava iguales en tamaño, y partirían a conquistar Trinidad y Surinam.
  • El resto de la flota española se unirían con la francesa y, si fuera posible, con la flota rusa, para combatir a los ingleses en el Mediterráneo.
  • Se formarían 5 cuerpos de ejército, que se concentrarían en Brest, Batavia, Marsella, Córcega y la frontera hispano-portuguesa.


viernes, 27 de enero de 2017

(.....) LOS PARENTESIS DE CRISTINA. Norte y Sur.



Dicen en Europa que las gentes del sur somos más felices que las del norte. Pues es verdad. Aquí, en el sur, vivimos aferrados a la espontaneidad de los sentimientos: todos somos leguleyos muy bravos que prescinden de los sofismas; tenemos más golondrinas porque también tenemos más moscas; la climatología y las cosechas de verduras y hortalizas lo atestiguan; soportamos mejor la luz blanca de las tapias encaladas, disfrutamos de un tomate partido en rodajas y catequizamos a nuestros hijos con aceite de oliva; damos alaridos feroces ante la fiesta pero también ante la desdicha. He aquí varios puntos de un calvinismo muy sureño que estallan junto a los geranios sangrientos del Mediterráneo. No hace falta más misericordia para ser feliz y sonreír que la que nos entrega nuestro propio mar. Estos son nuestros postulados para vivir una buena vida y ganar la batalla a la verdadera fe. Algo que Calvino nunca entendería.





Cristina González Moya.
Por Y Para Aranjuez.

jueves, 26 de enero de 2017

Agradecimiento a Elena Bernal Hoyos, concejala de Iniciativa por Aranjuez



Muchas son las personas que se inician en política como una aventura, como una forma de mejorar la vida de sus vecinos y vecinas. Elena es una de esas que ya venían haciendolo con anterioridad, cuidando de nosotros como trabajadora profesional de la Sanidad Pública, a la que desde su conocimiento, defendió y seguirá defendiendo.

Triste es ver como personas totalmente válidas y de forma casi altruista, ya que recordamos que no estaba liberada como concejal, dejan su cargo electo y después de leer su comunicado, tiene sus razones de peso, y eso hay que respetarlo.

Ha sido todo un placer tenerte como representante de los ribereños y ribereñas, y te deseamos lo mejor.

Un abrazo Elena.


 Equipo de Por y Para Aranjuez.


miércoles, 25 de enero de 2017

(......) LOS PARENTESIS DE CRISTINA. Radicalismo y Juventud.





El radicalismo es un deporte sobrehumano, propio de atletas explosivos. Y, si el radicalismo se mezcla con la juventud, la carga equivale a un polvorín en el que la mecha son los propios jóvenes. La brutal agresión a una chica en Murcia por parte de encapuchados parece ser que apunta a las extremas ideologías. La situación no es fácil. A esa edad cada joven cree contener dentro de sí mismo un dios, y la sangre le circula sin aditivos de moral, sin colorantes ni conservantes de prudencia o calma; la ira es adictiva y fluye tan pura como la savia de la huerta. Parece que abundan los Apolos y Dionisos dispuestos a llenar de tragedia este Olimpo murciano. Habrá que buscar a un nuevo Nietzsche que dé explicación a esta lección filosófica tan sangrienta.


 
Cristina González Moya
Por y Para Aranjuez

martes, 24 de enero de 2017

Un día como hoy 24 de Enero hace 40 años sucedió la Matanza de Atocha de 1977



Calle Atocha (Madrid).


La matanza de Atocha de 1977 fue un atentado terrorista cometido por terroristas de extrema derecha en el sur de Madrid la noche del 24 de enero de 1977, en el marco del llamado terrorismo tardofranquista. Cinco abogados fueron asesinados, lo que marcó la Transición española iniciada tras la muerte del dictador Francisco Franco.

Un comando ultraderechista penetró en un despacho de abogados laboralistas de Comisiones Obreras (CCOO) y militantes del Partido Comunista de España (PCE), situado en el número 55 de la calle de Atocha y abrió fuego contra los allí presentes, matando a cinco personas y dejando heridas a cuatro. El tribunal que dictó sentencia el 4 de marzo de 1980 consideró que los procesados Francisco Albadalejo (secretario del Sindicato Vertical del Transporte Privado de Madrid y vinculado a FET de las JONS), José Fernández Cerrá, Carlos García Juliá y Leocadio Jiménez Caravaca constituían un "«grupo activista e ideológico, defensor de una ideología política radicalizada y totalitaria, disconforme con el cambio institucional que se estaba operando en España»". El fallo condenó a José Fernández Cerrá y Carlos García Juliá a un total de 193 años a cada uno de ellos, y a Francisco Albadalejo, a un total de 73 años.

El periódico italiano Il Messaggero publicó en marzo de 1984 que neofascistas italianos habían participado en la matanza, tesis que fue respaldada en 1990, cuando un informe oficial italiano relató que Carlo Cicuttini, un neofascista italiano próximo a la organización Gladio (una red clandestina anticomunista dirigida por la CIA), había participado en la matanza. Cicuttini había escapado a España, donde adquirió la nacionalidad española, después del atentado de Peteano de 1972, hecho con Vincenzo Vinciguerra.

En la actualidad, existen calles y plazas en 23 ciudades de la Comunidad de Madrid que recuerdan a las víctimas del atentado.


Monumento a los abogados asesinados, situado en la plaza de Antón Martín de Madrid.


El atentado

Los terroristas llamaron al timbre del piso entre las 22:30 y 22:45. Al parecer, iban en busca del dirigente comunista Joaquín Navarro, Secretario General del Sindicato de Transportes de CC. OO. en Madrid, convocante de unas huelgas anteriores que, en buena medida, desarticularon la que llamaban mafia franquista del transporte. Al no encontrarlo, ya que había salido un poco antes, decidieron matar a los presentes. Eran dos jóvenes con armas de fuego con quienes iba una tercera persona, encargada de cortar los cables del teléfono y registrar los despachos. Esa misma noche, personas desconocidas asaltaron también un despacho del sindicato UGT, que se hallaba vacío.

Como consecuencia de los disparos resultaron muertos los abogados laboralistas Enrique Valdelvira, Luis Javier Benavides y Javier Sauquillo; el estudiante de derecho Serafín Holgado; y el administrativo Ángel Rodríguez Leal. Resultaron gravemente heridos Miguel Sarabia Gil, Alejandro Ruiz-Huerta, Luis Ramos Pardo y Dolores González Ruiz, casada con Sauquillo.

Una de las abogadas del bufete, Manuela Carmena, pudo evitar el atentado porque Luis Javier Benavides le había pedido usar su despacho para una reunión. Carmena es desde 2015 la alcaldesa de Madrid

Legalización del PCE

El PCE seguía siendo ilegal. El secretario general del partido comunista, Santiago Carrillo, había regresado clandestinamente del exilio en febrero de 1976. Sin embargo, meses después su presencia era vox populi y su detención sirvió para forzar el reconocimiento y legalización del PCE. Fue detenido el 20 de diciembre de 1976 y, al no existir motivos legales para mantenerlo en prisión ni expulsarlo de España, fue puesto en libertad días después.

En los dos días anteriores habían muerto otras dos personas relacionadas con movimientos de izquierdas, una a manos de la misma Triple A y otra por un bote de humo lanzado por la policía a corta distancia durante una manifestación en protesta por la muerte del primero. Debido a todo ello, se temía una reacción violenta que ayudase a desestabilizar aún más la transición política.

Al entierro de las víctimas de Atocha asistieron más de cien mil personas. Fue la primera manifestación multitudinaria de la izquierda después de la muerte del dictador Franco, y transcurrió en silencio y sin incidentes. Le siguieron importantes huelgas y muestras de solidaridad en todo el país, además de un paro nacional de trabajadores el día después del atentado. En estas muestras de fuerza se dio la paradoja de que las fuerzas de seguridad incluso protegieron a los miembros de un partido todavía ilegal, contribuyendo en buena medida -incluso algunos lo consideran como el momento decisivo- para su legalización. En abril, tres meses después, la legalización se oficializó el día conocido como Sábado Santo Rojo, por ser sábado de la Semana Santa, festividad católica para así aprovechar y mitigar parte de la oposición política y militar en vacaciones. En febrero el gobierno de Adolfo Suárez ya había comenzado a legalizar otros partidos, como el PSOE o el PNV.
La Matanza de Atocha es quizás el clímax o el momento más grave de los distintos sucesos violentos que van sucediéndose, poniendo en peligro un cambio político y social en el país, con atentados del grupo terrorista vasco ETA (responsable de 28 muertos en 1977), el maoísta GRAPO (en el mismo mes responsable de la muerte de dos guardias civiles y un policía) o, por ejemplo, de otras organizaciones, como el Movimiento Para la Autonomía e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC). En junio se convocan las primeras elecciones generales democráticas posteriores a la dictadura franquista, en un ambiente de gran efervescencia o inquietud social y político que a muchos les recordó la proclamación de la Segunda República en 1931.

Los asesinos, creyéndose bien amparados por sus contactos políticos, no se tomaron la molestia de huir de Madrid. Desconocían que para el gobierno era una prioridad capturarlos, de tal modo que se confiase en el proceso de transición democrática.

En pocos días, la Policía Armada detuvo a José Fernández Cerrá, Carlos García Juliá y Fernando Lerdo de Tejada en calidad de autores materiales de los hechos, y a Francisco Albadalejo Corredera –secretario provincial del Sindicato Vertical del transporte, estrechamente vinculado con la mafia del transporte– como autor intelectual. También fueron detenidos Leocadio Jiménez Caravaca y Simón Ramón Fernández Palacios, excombatientes de la División Azul, por suministrar las armas, y Gloria Herguedas, novia de Cerrá, como cómplice. Sin embargo los propios agentes declinaron cobrar la recompensa por su captura. Durante el juicio se llamó a declarar a conocidos dirigentes de la extrema derecha, como Blas Piñar y Mariano Sánchez Covisa.

No obstante, hubo dudas y polémica de si no habría alguien con una mayor responsabilidad en los atentados. El juez de la Audiencia Nacional encargado del caso, Rafael Gómez Chaparro, se negó a investigar más allá de los encausados comentados. La fuga antes del juicio de Lerdo de Tejada, que continúa en paradero desconocido a pesar de que su delito prescribió en 1997, durante un extraño permiso penitenciario por Semana Santa que Gómez Chaparro le concedió en abril de 1979, contribuyó a profundizar estas dudas que han perdurado hasta la actualidad. Además, Simón Ramón Fernández Palacios, falleció el 23 de enero de 1979. La mayoría de los criminales estaban próximos a FE.

La Audiencia Nacional condenó a los acusados a un total de 464 años de cárcel. José Fernández Cerrá y a Carlos García Juliá, autores materiales de los hechos a 193 años de prisión cada uno; 63 años a Francisco Albadalejo Corredera (fallecido en prisión en 1985); 4 años a Leocadio Jiménez Caravaca (fallecido en 1985 de cáncer de laringe), y a Gloria Herguedas Herrando, a un año. Uno de los heridos, Miguel Ángel Sarabia, comentaba al respecto en el 2005: «Aunque ahora parezca poca cosa, el juicio de los asesinos de Atocha, en 1980 –pese a la arrogancia de los acusados, con camisa azul y muchos asistentes, también de uniforme–, fue la primera vez que la extrema derecha fue sentada en el banquillo, juzgada y condenada».

García Juliá se fugó también 14 años después, al serle concedida la libertad condicional con todavía pendientes más de 3800 días o unos 10 años de prisión.7 Sería detenido a los dos años en Bolivia, esta vez por narcotráfico, y allí permanece en prisión, requerido por las autoridades judiciales españolas. Fernández Cerrá puesto en libertad tras 15 años en la cárcel, algunos lo sitúan trabajando en una empresa de seguridad. Jaime Sartorius, abogado de la acusación particular, declararía años después: Faltan las cabezas pensantes. No nos dejaron investigar. Para nosotros, las investigaciones apuntaban hacia los servicios secretos, pero sólo apuntaban. Con esto no quiero decir nada.

Después de las revelaciones del primer ministro italiano Giulio Andreotti en octubre de 1990 acerca de la red Gladio, una organización secreta anticomunista durante la guerra fría, un reporte del CESIS italiano informaba que Carlo Cicuttini había participado a la matanza de Atocha.

El 11 de enero de 2002, el Consejo de Ministros concedió la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort a los tres abogados y el estudiante fallecidos, mientras que a Ángel Rodríguez Leal, en tanto que administrativo, se le otorgó la Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort. Esta condecoración es la más alta distinción con la que se reconoce en la Justicia de España a quienes han destacado a lo largo de su vida por sus méritos profesionales y humanos al servicio del Derecho.

En el mes de noviembre de 2005 falleció Luis Ramos, uno de los abogados heridos en el atentado. Sus amigos y la Fundación Abogados de Atocha le rindieron un homenaje en el Ateneo de Madrid el 14 de enero de 2006. Como lema del homenaje figuró la frase de Paul Eluard, Si el eco de su voz se debilita, pereceremos. Miguel Sarabia murió en Madrid el 20 de enero de 2007 tras una larga enfermedad. El 30 de enero de 2015 murió en Madrid Dolores (Lola) González Ruiz.