Palacio de Aranjuez
El Palacio Real de Aranjuez es una de las residencias de la Familia Real Española, situada en el Real Sitio y Villa de Aranjuez (Comunidad de Madrid), que es gestionada y mantenida por Patrimonio Nacional. Está situado a orillas del río Tajo,
entre la avenida del Palacio y la plaza de las Parejas por el Sur, el
jardín del Parterre por el Este, la Ría por el Norte y la plaza del Raso
de la Estrella por el Oeste.
Es en el siglo XII cuando la orden de
Santiago se instaló en la zona debido a la frondosidad de su paisaje y a
la suavidad de su clima que es beneficiario de las aguas del Tajo y del
Jarama.
Como Real Sitio, su historia se inicia en
el siglo XV, cuando el maestre Lorenzo Suárez de Figueroa dispuso la
construcción de una casa-palacio al norte del actual Palacio Real,
destinada al recreo de los miembros de la orden.
En 1523, Aranjuez pasó a ser propiedad
real. Fue el emperador Carlos V quien concedió a las antiguas posesiones
de la orden la dignidad de Real Bosque y Casa de Aranjuez, con el
propósito de disfrutar en ellas de buenas jornadas de caza.
Carlos V
En 1551 destinó unas instalaciones para
jardín botánico (el primero de Europa), que serviría para catalogar las
nuevas especies traídas de América.
Pero los propósitos del emperador apenas
se cumplieron. Las guerras, sus largas estancias en Europa y los
contratiempos de salud le impidieron aprovechar la propiedad tanto como
había previsto. Sí lo hizo su hijo Felipe II. Tras conceder a Aranjuez
la denominación de Real Sitio en 1561, consciente de lo fértil del
lugar, dedicó una parte de los terrenos a explotación agrícola.
Felipe II
En el solar adyacente, el Rey inició la
construcción de un primer palacio, antecedente directo del actual.
Contrató para ello los servicios de Juan Bautista de Toledo y Juan de
Herrera, responsables de las obras de El Escorial.
A la muerte de Felipe II en 1598, las
obras estavan aún por acabar. Además de las dependencias reales, solo se
habían construido la capilla en la base de la torre sur y una parte de
las fachadas de mediodía y poniente. Luego, la crisis económica y
política del siglo XVII y la falta de interés de los últimos Austrias
por el lugar dieron como resultado la paralización de las obras.
Fue Felipe V, el primer rey de la
dinastía Borbón, quien decidió reanudar los trabajos y hacer de Aranjuez
su Versalles particular. Posteriormente, esta condición la heredaría La
Granja de San Ildefonso. Con Felipe V se levantó una nueva torre al
norte, completó la fachada oeste y trazó la estructura que daría forma
al actual palacio. Aunque de poco sirvió. En 1748, un terrible incendio
destruyó la práctica totalidad de su obra.
Felipe V
Tras el incendio, Fernando VI, hijo de Felipe V, vuelve a reconstruir el
palacio. Podemos decir que partió de cero, porque el nuevo proyecto,
aunque respetaba la planta del edificio original, obedecía totalmente a
la estética y al pensamiento del siglo XVIII. Es decir, una construcción
ostentosa, pero de líneas depuradas al exterior, tras las cuales se
escondían una serie de dependencias lujosamente decoradas. Eso sí, como
homenaje a su historia, se incluyeron en la fachada principal las
estatuas de sus promotores principales: Felipe II, Felipe V y Fernando
VI.
Fernando VI
La imponente edificación que ha llegado
hasta la actualidad se debe fundamentalmente a Carlos III en su labor
reformadora de Madrid y su corte. El arquitecto fue Sabatini de origen
italiano que ideó las dos alas de poniente, que limitan lateralmente la
espectacular plaza de Armas. En uno de los extremos del conjunto se
ubicó la capilla, y en el lado opuesto debía construirse un teatro que
nunca llegó a levantarse. Religión y cultura, o lo que es lo mismo, fe y
razón. se daban así la mano en la mente de un arquitecto tan ilustrado y
a la vez tan creyente como su rey.
Pero no es la elegante fachada, realizada
en piedra blanca de Colmenar y ladrillo rojo, lo más impactante de la
obra realizada por Sabatini, sino los opulentos interiores. Su
decoración se enriqueció a lo largo de los siglos XVIII y XIX con
pinturas de diversos artistas. También aparecen en las estancias muebles
de maderas nobles y diversas colecciones de tapices, relojes, lámparas y
esculturas. Estas piezas únicas aún adornan una sucesión de salones,
entre los que destaca el de Porcelana, el rincón preferido de Carlos
III.
Carlos III
Carlos III hizo en Aranjuez una de sus
moradas favoritas. Escogido como residencia de primavera y verano, la
corte solía trasladarse desde Madrid a mediados de marzo y no regresaba a
la capital hasta octubre. En ese periodo, el Rey disfrutaba del entorno
de palacio, dividido entre el Jardín del Parterre y el de la Isla,
celebraba suntuosas fiestas o navegaba por los canales del Tajo en ricas
falúas artísticamente decoradas. Para el ocio de los herederos, Carlos
IV y su esposa María Luisa de Parma, se construyó un pequeño pabellón en
los jardines, la Casa del Labrador. Es uno de los ejemplos de
arquitectura neoclásica más importante de Europa.
El Palacio de Aranjuez fue el fin del
reinado de Carlos IV. En 1808, durante la estancia de la familia real en
Aranjuez, estalló la cólera pupular contra el todopoderoso Godoy,
favorito de Carlos IV. Godoy, ante la oposición del heredero Fernando,
pretendía que los Reyes se pusieran a salvo de la inminente invasión
napoleónica (les propuso que huyeran a tierras americanas). Aquello fue
la gota que colmó el vaso del odio hacia el ministro. Cuando el rumor
corrió por las calles de la población, una encolerizada muchedumbre
dirigida por partidarios de Fernando se agolpó contra las puertas del
palacio, mientras que otros grupos asaltaron la casa de Godoy. Éste,
refugiado en el desván de su residencia, fue descubierto al día
siguiente y hecho prisionero. Pero para entonces el Salón del Trono ya
había sido testigo de la abdicación de Carlos IV en su hijo, Fernando
VII.
Carlos IV
Tras la restauración borbónica en la persona de Alfonso XII, el Palacio
Real de Aranjuez albergó a la familia de los duques de Montpensier. Fue
en los días previos a la boda del Rey con la hija de éstos (y prima de
Alfonso), María de las Mercedes de Orleans. Para entonces la modernidad
ya había llegado a sus dependencias. Los novios pudieron mantener una
conversación telefónica Madrid-Aranjuez en la víspera nupcial, y el
tren, que contaba con un apeadero a las puertas de palacio, transportó,
engalanado para la ocasión, a la novia y a su comitiva a Madrid para la
ceremonia en 1878.
Alfonso XII
Éstos serían los últimos fastos celebrados en el entorno de Aranjuez.
Tanto María Cristina de Habsburgo, segunda esposa del monarca, como su
hijo Alfonso XIII y la esposa de éste, Victoria Eugenia, prefirieron La
Granja para las vacaciones reales. Luego, en 1931, la Segunda República
declaró el Real Sitio Monumento Histórico Artístico y lo abrió al
público. Fue el primero de una larga serie de reconocimientos que
culminaron en 2001, cuando la Unesco lo inscribió como Patrimonio de la
Humanidad.
Alfonso XIII
Del Palacio destacan la Sala China o Gabinete de Porcelana, así como la Sala de los Espejos.
Fuentes:
Wikipedia y Wordpress
Javier De Frutos.
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